lunes, 15 de diciembre de 2014

Ahora, una comparación a través de la historia: Bécquer y Goethe



Hasta ahora hemos hablado mucho de las diferencias y semejanzas lingüísticas, ¿qué tal una ración de literatura? ¿Y qué mejor para ello que dos de los grandes poetas del Romanticismo? Como no queremos aburrir a los lectores de este blog hemos planteado solamente el tema general de cada poema y descifrado el mensaje poético. Lo que queremos destacar es aquello que ambos tienen en común.

Retrocedamos en el tiempo hasta el siglo XIX. ¿Qué tenían en común en el contexto histórico que pudo afectar a estos dos poetas? Pues bien, los dos países estaban sumidos en los cambios políticos y morales que supusieron la llegada del Liberalismo. Este cambio venía ya de la Ilustración del siglo anterior. ¿Y todo esto qué supuso? Supuso la división ideológica de la sociedad en grupos: uno que reunía a aquellos que aceptaban esos cambios y un segundo grupo que no los aceptaba, que se aferraban a lo antiguo y lo tradicional. Y os estaréis preguntando qué tiene que ver todo esto con el análisis de poemas. Se trata, nada más y nada menos, de una idea más que básica para comprenderlos.
La reacción contra la crisis moral en Alemania supuso para la mayoría de los literatos aferrarse a la tradición, evadirse de todo, buscar el pasado y admirar las obras barrocas. Por esto, se da un rasgo que vais a poder observar en las dos composiciones: la importancia de los elementos religiosos. Organizaremos las ideas generales en una tabla.
GOETHE
BÉCQUER
Concede gran importancia a la musicalidad.
La noche.
El yo poético intenta encontrar la paz interior porque está sumido en la tristeza.
Evocación de la primera persona.
El yo poético tiene una crisis filosófica provocada por su ambigüedad, la no posición clara respecto a los acontecimientos históricos de su época.
Referencia a la luna.
La luna.
La iglesia, la religión con un vacío, en medio de ese paisaje melancólico y nocturno.
La noche.
La lámpara era la luz y la claridad que ahora tiembla, se desvanece y se distorsiona.
El intento de huir como la solución a su lucha interior.
La iglesia como el escenario físico de la escena que describe el poeta.
Añoranza del pasado.
El poeta se manifiesta como alguien pecaminoso que ha perdido el camino de lo correcto según la moral eclesiástica.
Visión de lo fluyente.
Se trata de un alma totalmente perdida y desencaminada, que ha perdido el rumbo y convive con las criaturas melancólicas de la noche.
Importancia del silencio.
El poeta se manifiesta como una especie de monstruo despreciable.
Es interesante que el autor modificara el poema después de la Revolución francesa.

El río como fuente de vida o de destrucción es una referencia a la Revolución francesa.

Goethe cree que la nobleza está abocada a la destrucción.

La literatura ahora sustituye a la religión que queda vacía de contenido.


Por lo tanto, a modo de resumen conclusivo, podemos afirmar que la ideología de ambos países no ha sido tan diferente, al menos a lo largo de la historia. Tanto los españoles como los alemanes, han dado siempre preferencia a lo tradicional, lo que conocen. La religión también ha tenido mucho peso en ambos países. La llegada de esta nueva época, que ha tergiversado todos estos valores en los que se fundamentaban, dio lugar a estas hermosas composiciones de carácter melancólico, cuyo tema principal es la pérdida de esos valores que les provoca a los poetas la ambigüedad y el desvío del alma de lo que creían que era lo correcto.
Este es el poema de Goethe.
An den Mond (segunda versión compuesta después de la Revolución Francesa en el año 1789):
Füllest wieder Busch und Tal
Still mit Nebelglanz,
Lösest endlich auch einmal
Meine Seele ganz;

Breitest über mein Gefild
Lindernd deinen Blick,
Wie des Freundes Auge mild
Über mein Geschick.
Jeden Nachklang fühlt mein Herz
Froh- und trüber Zeit,
Wandle zwischen Freud und Schmerz
In der Einsamkeit.
Fließe, fließe, lieber Fluß!
Nimmer werd ich froh;
So verrauschte Scherz und Kuß
Und die Treue so.
Ich besaß es doch einmal,
was so köstlich ist!
Daß man doch zu seiner Qual
Nimmer es vergißt!
Rausche, Fluß, das Tal entlang,
Ohne Rast und Ruh,
Rausche, flüstre meinem Sang
Melodien zu!
Wenn du in der Winternacht
Wütend überschwillst
Oder um die Frühlingspracht
Junger Knospen quillst.
Selig, wer sich vor der Welt
Ohne Haß verschließt,
Einen Freund am Busen hält
Und mit dem genießt,
Was, von Menschen nicht gewußt
Oder nicht bedacht,
Durch das Labyrinth der Brust
Wandelt in der Nacht.

Y este es el poema de Bécquer:


RIMA LXX, Gustavo Adolfo Béquer
¡Cuántas veces al pie de las musgosas
paredes que la guardan,
oí la esquila que al mediar la noche
a los maitines llama!

¡Cuántas veces trazo mi silueta
la luna plateada,
junto a la del ciprés que de su huerto
se asoma por las tapias!

Cuando en sombras la iglesia se envolvía,
de su ojiva calada,
¡cuántas veces temblar sobre los vidrios
vi el fulgor de la lámpara!

Aunque el viento en los ángulos oscuros
de la torre silbara,
del coro entre las voces percibía
su voz vibrante y clara.

En las noches de invierno, si un medroso
por la desierta plaza
se atrevía a cruzar, al divisarme,
el paso aceleraba.

Y no faltó una vieja que en el torno
dijese a la mañana
que de algún sacristán muerto en pecado
era yo el alma.

A oscuras conocía los rincones
del atrio y la portada;
de mis pies las ortigas que allí crecen
las huellas tal vez guardan.

Los búhos, que espantados me seguían
con sus ojos de llamas,
llegaron a mirarme con el tiempo
como a un buen camarada.

A mi lado sin miedo los reptiles
se movían a rastras;
¡hasta los mudos santos de granito
creo que me saludaban!



Paula Máñez Masià